Existen numerosos testimonios y referencias de los efectos negativos de esta competencia. Desde una reducción de los pesos al nacimiento en los corcinos, y la consecuente mayor mortalidad, al rechazo de las principales fuentes de alimentación si estas son usadas por otros animales, aumento de las enfermedades parasitarias o la simple intolerancia por comportamiento.
En consecuencia si queremos mantener viable una población de corzos es preciso controlar la densidad de otros herbívoros ya sea mediante la caza o el control de acceso del ganado a los montes.